Tipos de cáncer de tiroides

Cáncer papilar
de tiroides

Cáncer folicular
de tiroides

Cáncer medular
de tiroides

Cáncer anaplásico
de tiroides

Este tipo de cáncer deriva de las células foliculares normales de la glándula tiroidea
y mantiene su similitud con las células originales por eso se lo denomina carcinomas diferenciados
de tiroides. Es el cáncer más frecuente, constituyendo el 80-90% de todos los cánceres de tiroides.

Presenta un crecimiento lento y pese a que tiende a propagarse por el sistema linfático
a las glándulas linfáticas del cuello mantiene un pronóstico excelente, causando raramente metástasis
a distancia. De hecho, es el que mejor pronóstico presenta, siendo su tasa de supervivencia relativa
general a 20 años superior al 90%. Cuando aparece encapsulado – entre el 8% y el 13% de los casos
– la tasa de supervivencia es superior a la del CPT típico y se aproxima al 100%.

A pesar de presentarse como un nódulo solitario, en el 35-45% de los casos presenta metástasis
en los ganglios linfáticos cervicales. Lo sorprendente es que este porcentaje asciende al 80% cuando
se realiza un vaciamiento terapéutico de forma sistemática, razón por la que salvo justificadas
excepciones después de la cirugía se procede siempre al tratamiento con I131.

Representa entre el 5 y 10% del total de los cánceres de tiroides. Tiende a darse en
pacientes algo mayores que en el cáncer papilar, siendo la edad media del diagnóstico de 50 años.
Y es más frecuente en mujeres.

Como en el cáncer papilar, el cáncer folicular puede crecer primero en los ganglios linfáticos del cuello
-10% de los casos-, pero tiene mayor tendencia a propagarse también al torrente sanguíneo y desde ahí,
en el 30% de los casos, extenderse a áreas distantes, sobre todo en pulmón y hueso (metástasis).
Es algo más agresivo que el carcinoma papilar.

En un 90% de los casos es solitario en vez que multicéntrico, por eso se suele realizar
hemitiroidectomia y al ser difícil de distinguir del tiroides normal, una vez que se ha extirpado la mitad
del tiroides y se ha analizado, se puede saber con certeza que es un tumor maligno y en ocasiones
es necesario reintervenir para quitar todo el tiroides. El diagnóstico de malignidad depende de si llega a
infiltrar el espesor completo de la capsula y, sobre todo, de si se da invasión vascular.  Pese a ello,
la tasa de supervivencia relativa general a 10 años de estos pacientes  en la actualidad,
es muy alta, aproximadamente del 85%.

El carcinoma medular de tiroides (CMT) es una variedad poco frecuente de cáncer
de tiroides que representa el 5% del total de cánceres de tiroides.  

Es un tumor neuroendocrino que deriva de las células C que producen calcitonina,
una hormona que regula los niveles de calcio en sangre. El 80 % son esporádicos, sin embargo, un 20 %
de los tumores de este tipo se asocian a un síndrome hereditario que se asocia a otros tumores
endocrinos (Neoplasia Endocrina Múltiple o MEN 2). Los tumores no hereditarios se presentan entre
los 50 y 60 años. En la mayoría pacientes casi el 50%, presenta afectación linfática y el 5 %
presenta enfermedad diseminada multifocal.

Los síntomas iniciales son un crecimiento anormal de células-C y una superproducciónde
calcitonina que, en cantidades elevadas, suele producir diarrea flushing (enrojecimiento facial) y en
ocasiones puede producir un cuadro endocrino más complejo denominado síndrome de Cushing. 

Es una lesión altamente agresiva y, a diferencia de los carcinomas diferenciados,
invade rápidamente las estructuras adyacentes y metastatiza a distancia. Representa solo el 2-5%
del total de los cánceres de tiroides y suele presentarse en edades avanzadas, con mayor
frecuencia en personas mayores de 60 años, especialmente mujeres.

Es el de peor pronóstico. De hecho, la tasa de supervivencia a largo plazo es inferior al 10%. Además,
tiene una rápida evolución. En la mayoría de los casos (18-50%) aparecen ya metástasis a distancia ante
el diagnóstico, siendo las más frecuentes los pulmones (90%), huesos (15%) y cerebro (15%).

A menudo, estos pacientes se presentan con una enfermedad localmente avanzada con una masa
cervical de rápido crecimiento
 y habitualmente de consistencia pétrea y síntomas ya de compresión
e invasión local como disnea, disfagia o disfonía (las 3 Ds). Esta invasión limita el papel de la cirugía que
suele ser paliativa, reductora de masa y casi nunca radical.

El error diagnóstico más habitual es confundirlo con un linfoma maligno. Además, es importante
saber su grado diferenciación (cuanto se parecen las células malignas a las de tiroides sanas) puesto
que su tratamiento y pronóstico no son iguales.

Es muy importante la derivación inmediata a un centro de referencia en cáncer de tiroides
para su manejo especializado.