El cáncer de tiroides es el tumor endocrino más común. Su incidencia está aumentando en el mundo en los últimos años y en términos generales tiene tratamiento con buenos resultados debido a la propiedad de la glándula tiroidea de acumular yodo.

Gracias a esta propiedad los tumores diferenciados tienen buen tratamiento porque expresan el transportador de yodo, que se llama NIS, de forma que los pacientes pueden ser tratados con yodo radiactivo. Así, el yodo radiactivo se usa para el diagnóstico y el tratamiento del cáncer de tiroides diferenciado y sus metástasis.

Sin embargo, algunos pacientes desarrollan formas agresivas de cáncer de tiroides, cuyo tratamiento es más complicado y cuyas bases moleculares se están investigando en muchos laboratorios, incluido el nuestro.

Nuestros estudios más recientes están centrados en el papel de las mutaciones activadores del oncogén BRAF.  Un oncogén es un gen que por su gran capacidad de mutación o transformación induce a la formación de cáncer en una célula.

Se ha demostrado que la mutación en el gen BRAF produce resistencia a yodo radiactivo e  invasión celular y metástasis a distancia, asociándose a mortalidad.

En el trabajo que recientemente el Dr. Garcilaso Riesco-Eizaguirre, Jefe de Servicio del Hospital Universitario de Móstoles, y yo misma hemos publicado como parte de un estudio colaborativo internacional, se describe que la edad del paciente es un factor de mal pronóstico de cáncer de tiroides exclusivamente en aquellos con la mutación BRAF, pero no en los que son negativos para dicha mutación.

Antes de este estudio se pensaba que en pacientes mayores de 45 años el riesgo de mortalidad era progresivamente mayor, por lo que recibían tratamientos más agresivos. Así, el corte de edad en 45 años ha permanecido inalterado durante muchos años en todas las guías de práctica clínica, aunque la evidencia era escasa y algunos autores habían puesto en duda dicho corte.

Con este estudio en el que colaboraron 11 centros de investigación de seis países diferentes, y en el que participaron 2.638 pacientes, se ha demostrado que el principal determinante de la mortalidad en personas de mayor edad es la presencia de la mutación del oncogén BRAF y que el riesgo comienza a ser significativo a partir de los 60 años y no a los 45, como se decía anteriormente.

Por Pilar Santisteban

Profesora de Investigación del Instituto de Investigaciones Biomédicas

Centro mixto CSIC-UAM