La asociación de cuadros psiquiátricos de depresión con las alteraciones tiroideas y con el llamado hipotiroidismo subclínico es cada vez más común entre los especialistas. En los últimos años, se está  investigando el efecto de del hipotiroidismo e hipertiroidismo subclínico en la salud física y mental, valorando sus síntomas y las opciones para su tratamiento y lo cierto es que, aun siendo hoy todavía un asunto a debatido en medicina, existen evidencias científicas de que al tratar el hipotiroidismo subclínico, mejoran o desaparecen los síntomas de algunos trastornos psiquiátricos.

Por otra parte, también se ha evidenciado que el tratamiento del problema tiroideo puede aliviar síntomas psiquiátricos en los pacientes afectados y que por el contrario, los medicamentos antidepresivos que ayudan a personas con depresión clínica, no están indicados sin embargo cuando ese estado de ánimo depresivo es consecuencia de un problema hormonal.

La trascendencia de todo ello para nuestra salud y calidad de vida, hace que sea necesario abordar esta cuestión en profundidad. Para ello, y agradeciendo como siempre su accesibilidad y disposición para con nuestra asociación, traemos hoy a nuestro blog un artículo de un socio y colaborador nuestro de A Coruña, el Dr. Ángel Daniel Corona, médico especializado en psiquiatría, salud mental, medicina familiar y comunitaria, en el que nos habla del papel de la hormona tiroidea en la salud mental.

El papel de la hormona tiroidea en la salud mental

La adecuada función del eje hipotálamo-hipófisis-tiroides implica la producción de la hormona tiroidea necesaria para mantener el normal funcionamiento de variados órganos y sistemas. Entre estos destacan el sistema nervioso central, el circulatorio, el digestivo y el hematopoyético. Mención especial merece el sistema nervioso central, ya que su compromiso por la disfunción tiroidea puede generar sintomatología difícil de diferenciar de aquella propia de enfermedades a priori pertenecientes a la esfera psiquiátrica.

Tanto el hipotiroidismo como el hipertiroidismo pueden producir síntomas atribuibles a una enfermedad psiquiátrica. En el hipotiroidismo son frecuentes la astenia psicomotora, el letargo, la somnolencia y trastornos cognitivos, como pérdida de memoria y falta de capacidad de concentración,  todos ellos muy frecuentes en la depresión. Por otra parte, el hipertiroidismo puede ser causa de hiperactividad con taquicardia, nerviosismo, crisis vasomotoras e irritabilidad, que pueden confundirse con ansiedad, crisis de pánico o episodios de manía o hipomanía.

La falta de síntomas patognomónicos que diferencien la enfermedad tiroidea del trastorno psiquiátrico hace difícil la distinción entre ambas condiciones.

El hipotiroidismo es la alteración hormonal más frecuente  en la práctica médica diaria con una prevalencia que varía entre el 0,5 y el 18% según la población estudiada1. Con un inicio  generalmente insidioso es más frecuente en mujeres de mediana edad y la causa etiológica de gran variedad de alteraciones somáticas y neuropsiquiatricas2.

Además de los signos y síntomas clínicos clásicos puede mostrarse con síntomas secundarios a la alteración hormonal 3 como alteraciones en memoria, atención, enlentecimiento psicomotor, alteraciones viso-perceptivas o alteraciones ejecutivas.

 

Por todo ello puede ser una entidad clínica difícil de diagnosticar y en ocasiones pasar inadvertida4.

Los síntomas psiquiátricos son una frecuente manifestación de esta alteración tiroidea. Aproximadamente un 40% de los pacientes hipotiroideos presenta síntomas y signos depresivos y cada vez existen más evidencias que relacionan depresiones resistentes al tratamiento con alteraciones tiroideas, incluso subclínicas, subyacentes. La asociación hipotiroidismo y trastorno bipolar también ha sido comentada en la literatura aunque es más frecuente que cuadros maniformes (muy activos, eufóricos, ansiosos, poca necesidad de dormir) se relacionen con estados hipertiroideos   y sean muy difíciles de diferenciar.  Otras alteraciones psiquiátricas asociadas pueden adoptar la forma de depresiones psicóticas o psicosis puras sin deterioro cognitivo ni desorientación.

Así mismo, en el caso de pacientes que presentan hipertiroidismo subclínico, se presenta afectación cardiovascular en muchos de ellos, siendo preciso realizar de manera rutinaria pruebas de función tiroidea en pacientes asintomáticos. Además, esta descrito el aumento de síntomas depresivos en especial en personas mayores de 50 años.

Cabe destacar, que en pacientes que presentan disfunción tiroidea subclínica, pueden presentar exacerbación de los síntomas cuando padecen una enfermedad grave, enmascarándose los mismos, ya que los signos y síntomas que presenta el paciente muchas veces se confunden con los de la patología aguda de ese momento, produciendo en muchas oportunidades confusión en el diagnóstico clínico.

Por lo expuesto considero importante tener en cuenta  estas sugerencias para hablarlas con el médico de cabecera:

  •  La primera de ellas es realizar de forma sistemática una evaluación de la función tiroidea (con examen físico explorando agrandamiento o nódulos en la glándula), dada la similitud de los síntomas, que hace difícil diferenciar una enfermedad de la otra. Esto cobra mayor relevancia en pacientes con respuesta insuficiente a los psicofármacos o que recaen después de una buena respuesta inicial y para los pacientes, en especial mujeres, con antecedentes familiares de patología tiroidea. 
  • La segunda recomendación es no subestimar la enfermedad tiroidea subclínica, en particular el hipotiroidismo, ya que existen evidencias que en las primeras etapas de esta enfermedad el sistema nervioso central sería más sensible que los órganos periféricos, con manifestaciones más precoces, siendo ellas reversibles al usar hormona tiroidea. Haggerty postula que en los pacientes en que coexisten enfermedad tiroidea y psiquiátrica, los niveles de TSH deben ser menores a 3,0 µUI/ml, y no de 5 µUI/ml como se propone para población libre de patología psiquiátrica (ahora se propone que sea menos de 2,5). En relación con el hipertiroidismo, éste puede manifestarse en forma atenuada e insidiosa, especialmente en personas de edad avanzada (hipertiroidismo denominado apático), con cambios bioquímicos que también son sutiles. 
  • La tercera recomendación es controlar los pacientes que inicialmente no evidenciaron disfunción tiroidea, pero que presentan factores que podrían asociarse a su aparición. Uno de ellos es el bocio o los anticuerpos antitiroideos; estos últimos se consideran como marcadores de tiroiditis crónica y un porcentaje importante de los pacientes con anticuerpos positivos evoluciona a un hipotiroidismo. Debieran ser seguidos también aquellos en tratamiento con litio o carbamazepina, debido a los efectos adversos de estas drogas sobre la función tiroidea.

Es frecuente por último, encontrar a pacientes que después de ser operados de cáncer de tiroides pasen periodos de hipotiroidismo, ya sea después de la resección del tiroides o en el periodo de tiempo que transcurre hasta restituirse los niveles de hormona de forma exógena, y con el tratamiento sustitutivo también de hipertiroidismo a veces cuando se exceden las dosis necesarias durante el ajuste. Junto a estas alteraciones, se estima que la mitad de los pacientes presentan síntomas psiquiátricos, ya sea por predisposición o por reacción al estrés que están viviendo. Estos datos son de vital importancia y deben ser tenidos en cuenta, ya que según estudios recientes y multicentricos, la ayuda psicosocial que se ofrece a estos pacientes es notoriamente insuficiente.

 

Bibliografía

 
1.Luboshitzky R, Oberman AS, Kaufman N, Reichman N, Flatau E, Isr J. Prevalence of cognitive dysfunction and hypothyroidism in an elderly community population. Med Sci. 1996;32:60-5.
2. Heinrich TW, Grahm G. Hypothyroidism Presenting as Psychosis: Myxedema Madness Revisited. Prim Care Companion J Clin Psychiatry. 2003;5:260-6. Medline
3. Jordan R.M. Myxedema coma. Med Clin North Am. 1995;79:185-94.
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4. Iglesias P, Gómez-Pan A, Díez J.J. Coma mixedematoso. Rev Clin Esp. 1999;199:302-9.
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5. Stowell CP, Barnhill J.W. Acute mania in the setting of severe hypothyroidism. Psychosomatics. 2005;46:259-61. Medline
6. Carlos Fardella Bello y Sergio Gloger Kojchen. “Funcion tiroidea y patología psiquiátrica” Boletin de la Escuela de Medicina. UN de Chile. Vol 29 Nro 3 – 2000.
7. Haggertty JJ, Prange AJ. Borderline hypothyroidism and depression. Annu Rev Med 1995; 46: 37-46.