La investigación científica y los avances tecnológicos en el campo de la salud junto con las continuas y profusas publicaciones hacen que el tratamiento y seguimiento de las enfermedades esté sujeto a permanente revisión.
En el cáncer de tiroides, estas investigaciones junto con la mejora en la precisión de las pruebas de imagen ha llevado a un incremento exponencial de la detección de carcinomas de pequeño tamaño y bajo riesgo, sobre los que ya se tiene suficiente casuística.
La pasada semana, el Dr. Fabián Pitoia, Jefe de Sección Tiroides del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires, y su colega la Dra. Sandra Licht participaron en la Conferencia organizada por ACTIRA dirigida descubrir hacia dónde se dirigen los profesionales de la salud en el tratamiento y seguimiento de esta enfermedad.
La clave de las novedades para estos especialistas no estriba en el uso de nuevos tratamientos, habiéndose demostrado el alto grado de eficacia de los ya existentes, sino en el manejo diferenciado de los mismos. El Dr. Pitoia lo describía gráficamente como “la confección de un traje a medida” frente a la tradicional “talla única” para todos los pacientes.
El camino por el que se está avanzando pasa por el estudio individualizado de cada paciente para darle el tratamiento más adecuado y su posterior seguimiento. Esto evita en lo posible efectos secundarios adversos innecesarios y mejora, en definitiva, su calidad de vida.
Pero, ¿cómo elaborar protocolos de actuación cuando se habla de tratamientos individualizados?
El tratamiento que se dispensará a cada paciente dependerá de lo que el Dr. Pitoia definió como “riesgo de recurrencia”, consistente en la evaluación de la probabilidad de que vuelva a presentar la enfermedad. De acuerdo con este presupuesto, los pacientes serán clasificados como de bajo riesgo, de riesgo intermedio y por último de alto riesgo.
Si bien esta clasificación no afecta al tratamiento de cirugía, constituyendo la tiroidectomía la terapia común a la práctica totalidad de los pacientes, ya sea total o parcial (En España, siguiendo las recomendaciones de las guías europeas se opta en todo caso por la tiroidectomía total), sí se están produciendo cambios en el tratamiento con yodo radiactivo del remanente tiroideo. La indicación de éste pasa a ser selectiva, de forma que no se aplicará a pacientes de muy bajo riesgo y posiblemente tampoco a los de riesgo bajo por considerarse de dudosa utilidad, indicándose en todo caso dosis mínimas (menor de 30mCi de I131). Sí se prescribe para los pacientes de riesgo intermedio y, en todos los casos, para los de riesgo de recurrencia alto.
También se encuentran en revisión la terapia de supresión hormonal, cuya indicación es también selectiva en dosis superiores a las necesarias, solo para los pacientes con riesgo intermedio y alto.
En cuanto a las novedades en materia de seguimiento, se centran en los métodos utilizados y los tiempos para los controles. También estos aspectos están siendo objeto de revisión a la luz de esta clasificación de los pacientes.
La medición de la tiroglobulina (Tg) como factor indicador de la enfermedad, distinguiendo si ha habido terapia ablativa con yodo radioactivo (en cuyo caso su valor debería ser indetectable bajo estímulo) del supuesto de inexistencia de tratamiento ablativo (de forma que sería el aumento de su valor y no su detección el indicador de posible recurrencia de la enfermedad) y la ecografía de cuello, son los métodos de seguimiento utilizados hoy en día.
Como conclusión, podemos decir que el uso terapéutico y de seguimiento de los tratamientos a medida de los pacientes, evitando en lo posible efectos secundarios innecesarios lleva asociado una mejora en la calidad de vida del paciente. Ello, junto al alentador pronóstico de la enfermedad (con un 90% de pacientes con un riesgo moderado o bajo de mortalidad y con una sobre vida casi similar al resto de la población) muestra que hoy hay motivos para la esperanza.
La conferencia completa se puede encontrar siguiendo el enlace :