“Si le pregunto otra vez cómo está, es posible que se derrumbe, que le haga hablar de algo que no quiere o que esté insistiendo demasiado. Sin embargo, si espero a que sea él quien se desahogue, quizá piense que no estoy preocupado por cómo lo está pasando o que esté esperando a que le dé una palabra de ánimo”. Esta es una de las cosas que, con más frecuencia, pasan por la cabeza de los familiares y amigos de pacientes con cáncer. Y es que encontrar el término medio en el que mostrar tu preocupación y apoyarle sin atosigar a la persona enferma no es fácil. Con ayuda de nuestra psicóloga Ana Huete, la psicóloga de AECAT, te damos algunas pautas que pueden aportarte herramientas para una comunicación más fluida en estas situaciones.
Empatía y comprensión
Son dos de los factores que te ayudarán a mantener una comunicación fuida con los pacientes con cáncer. Además, estos consejos pueden ayudarte:
- Ten cuenta que los pacientes se encuentran en una situación de vulnerabilidad, tanto física como emocional, que influirá en sus reacciones. Quizá recibas una mala contestación, pero eso no quiere decir que no valore tus palabras y tu apoyo. Trata de evitar los enfrentamientos en las situaciones cotidianas y retoma el tema cuando le veas más tranquillo.
- Acompañar al paciente a la consulta del médico le tranquilizará. De esta forma, compartes con él el impacto de la información, le ayudas a recordar y corregir datos y a volver a casa con alguien que conoce de primera mano su estado. Por muy mal que nos sintamos, es el paciente el que requiere nuestra atención.
- Muchas veces no sabemos cuidar físicamente de los otros, pero eso se aprende con la práctica: preparar las comidas, hacer la compra, arreglar la casa, hacernos cargo de los niños, pueden ser situaciones que no manejábamos antes, pero que sólo necesitan dedicarles un tiempo.
- Emocionalmente, no podemos ir arrastrando nuestros sentimientos. Es muy importante ser sinceros con el paciente y con nosotros mismos. A veces, poner buena cara ante los demás, para no preocupar o dar una falsa imagen de control no es creíble y, aunque lo sea ante los otros, no nos ayuda en nuestra relación. La expresión abierta de los sentimientos es fundamental para todos, incluso ante los niños. Especialmente ellos notan cuando algo no va bien o se sale de la rutina y, hablar con ellos claramente, a su nivel y utilizando símiles de cuentos o dibujosayudará a convertir la nueva situación en algo más normal.
- Es importante que le escuches y pongas atención a los mensajes no verbales. Muestra empatía y una actitud comprensiva. Esto no quiere decir que le des la razón en todo lo que dice ni que estés de acuerdo en todo momento. Significa comprenderle, ponernos en su lugar y tratar de entender sus decisiones, aunque no las compartamos. Dale tu opinión en las cosas en las que no estés de acuerdo, pero siempre respetando sus puntos de vista.
- Utilizar el sentido del humor para “quitarle hierro” al asunto no es una buena idea. Esta actitud la debe tomar el paciente, pero los comentarios irónicos de amigos y familiares pueden resultar dañinos y molestos para quién está pasando por la enfermedad.
- Si tienes dudas sobre lo que necesita, pregúntale. Es mejor esperar su respuesta a que des por hecho algo que puede molestarle. Quizá creas que necesita salir de casa y organices una reunión sorpresa con sus amigos, pero es posible que en este momento lo que menos le apetezca sean los eventos sociales. Por el contrario, podrías rechazar una cena con vuestros tíos y primos pensando que no es un buen momento, mientras a él le apetece salir de casa.
- Observar y ten la paciencia para saber qué necesitan de nosotros. Si no sabemos qué decir, el lenguaje no verbal va a cobrar importancia en nuestra relación: abrazar, tocar, sonreír, son el fundamento de la tranquilidad para el paciente, hacerle saber que no le vamos a dejar solo. Con esas señales decimos más que con mil palabras y nos van a entender mejor porque va a ser el mensaje más sincero.
- Evita comparar historias si no las has vivido en primera persona. Todos conocemos personas que han pasado por esta enfermedad, pero ni los tratamientos ni los pacientes son iguales. Lo mismo ocurre con frases del tipo “sé cómo te sientes”. Si no has vivido una situación parecida, quizá puede sentirse ofendido.