La cirugía
Una vez diagnosticado un carcinoma de tiroides
el siguiente paso será la intervención quirúrgica. Hoy en día
sabemos que la primera cirugía condicionará de forma significativa
la evolución posterior del paciente y, por tanto, su pronóstico.
Es importante saber que, aunque estos tumores suelen avanzar muy lentamente, no realizar
la operación o retrasarla en exceso supone un riesgo de progreso de la enfermedad y puede llevarte
a requerir una intervención con mayor riesgo quirúrgico.
El objetivo de la intervención es eliminar o frenar la enfermedad y evitar la propagación del cáncer
a los órganos vecinos y/o a distancia. En la mayoría de los casos, la enfermedad está localizada
en la región cervical en el momento del diagnóstico, de forma que una cirugía completa inicial puede
ser potencialmente curativa. La opción habitual, siempre en manos expertas, es la tiroidectomía total,
aunque actualmente se intenta personalizar la cirugía adaptada al diagnóstico del paciente.
A raíz de esta operación, dejarás de producir total o parcialmente las hormonas tiroideas T3 y T4,
esenciales para tu organismo por lo que, a partir de ese momento, necesitarás Tratamiento Hormonal
Sustitutivo de forma indefinida. Esta terapia consiste en la toma de una pastilla diaria en ayunas
a la que deberás acostumbrarte y hacer de ello una rutina.
Tipos de intervenciones quirúrgicas
Entre todos los especialistas del equipo multidisciplinar que te tratará se decidirá cuál es la opción
a tomar, aunque la experiencia del cirujano será primordial para abordar determinadas decisiones
intraoperatorias. La más habitual, pero siempre en manos expertas, es la tiroidectomía total.
Tiroidectomía total
Consiste en la extracción total de
la glándula tiroides. Se trata de la cirugía
que se elige en todos aquellos casos
considerados de alto/medio riesgo por
edad tamaño tumoral, multifocalidad,
tipo histológico, presencia de metástasis
locales o a distancia o antecedente
de irradiación cervical en la infancia.
Hemitiroidectomía
O extirpación de sólo uno de los
dos lóbulos de la mariposa y del
itsmo intermedio.
Actualmente es la operación que
se ofrece a pacientes de bajo riesgo,
con tumores inferiores a 1 cm,
sin invasión ganglionar.
Tiroidectomía totalizadora o de compleción
En el caso de que una vez realizada
la hemitiroidectomía se descubriera
cualquier factor nuevo de riesgo
como más de un foco o metástasis
locales deberás volver a intervenirte
para proceder a la extirpación
completa del tiroides.
Tiroidectomía total
Consiste en la extracción total de
la glándula tiroides. Se trata de la cirugía
que se elige en todos aquellos casos
considerados de alto/medio riesgo por
edad tamaño tumoral, multifocalidad,
tipo histológico, presencia de metástasis
locales o a distancia o antecedente
de irradiación cervical en la infancia.
Hemitiroidectomía
O extirpación de sólo uno de los
dos lóbulos de la mariposa y del
itsmo intermedio.
Actualmente es la operación que
se ofrece a pacientes de bajo riesgo,
con tumores inferiores a 1 cm,
sin invasión ganglionar.
Firoidectomía totalizadora o de compleción
En el caso de que una vez realizada
la hemitiroidectomía se descubriera
cualquier factor nuevo de riesgo
como más de un foco o metástasis
locales deberás volver a intervenirte
para proceder a la extirpación
completa del tiroides.
Riesgos de la tiroidectomía
En principio, los riesgos de la tiroidectomía son los mismos que los de cualquier intervención
quirúrgica con anestesia general y podría producirse infección de herida, hematoma, dolor prolongado
en la zona operada o alteraciones en la cicatrización de la herida quirúrgica, pero no es frecuente.
Sí es más habitual sentir alguna molestia transitoria en la garganta debido a la intubación
y otros síntomas específicos como un discreto cambio en la calidad de la voz, cierta incoordinación
al tragar o sensación de mucosidad en la garganta que no puede movilizar con la tos y que irán
desapareciendo, si no lo hacen, deberás acudir a tu especialista.
Además, en algunos casos se pueden producir complicaciones específicas por daño o extirpación
de otros tejidos o estructuras del cuello, que harán la recuperación más compleja:
Disfonía:
El nervio recurrente laríngeo está en contacto con el tiroides a cada lado. Es fino,
con frecuencia ramificado y presenta muchas variaciones anatómicas. Durante la tiroidectomía
es preciso separarlos de la glándula para poder preservarlos. En algunos casos esto puede producir
una afonía transitoria o un cambio en la voz que desaparece entre las dos y las diez semanas.
En un porcentaje bajo de veces este nervio se lesiona de manera definitiva, provocando
una parálisis de las cuerdas vocales, por daño durante la cirugía o porque está afectado por el tumor.
En estos casos te indicarán logopedia y con frecuencia la otra cuerda vocal termina supliendo
las funciones de la que ha quedado dañada, con lo que podrás recuperar la voz.
El seguimiento lo debe hacer un Otorrinolaringologo.
Hipocalcemia:
En las tiroidectomías totales, el cirujano separa el tiroides de las glándulas paratiroides,
que se encuentran insertadas dentro del tiroides. Estas glándulas, habitualmente son cuatro
y tienen un tamaño como un grano de arroz o una lenteja. Durante su manipulación pueden quedar
afectadas de forma temporal o definitiva produciéndose una bajada de la concentración
de calcio en la sangre –hipocalcemia. El síntoma principal es sentir unos hormigueos en los dedos
o en los labios y tendencia a calambres musculares.
La hipocalcemia transitoria durante unos días después de la operación es relativamente frecuente
(30% de los pacientes), pero se recupera, habitualmente con un tratamiento de unas semanas
con calcio oral y, eventualmente, con vitamina D activada. Sin embargo, cuando transcurridos
más de 12 meses desde la fecha de la cirugía no se recupera, hablamos de hipoparatirioidismo
permanente y debes pedir a tu endocrinólogo un tratamiento y un seguimiento adecuado.
¿Quieres saber más sobre el hipoparatiroidismo?
La hemorragia es una complicación muy infrecuente, pero a la vez muy temida
ya que puede ocasionar la muerte. Ocurre con una frecuencia muy baja,
entre el 0,5 y 1% de todas las tiroidectomías y, con más frecuencia, en las seis primeras horas
del postoperatorio. Está muy ligada a la técnica quirúrgica.