El mes de mayo, considerado como mes del tiroides, pretende una mayor concienciación social sobre la importancia del tiroides y de la conveniencia de controlar su funcionamiento.
Esta glándula, vital para el funcionamiento de nuestro organismo, es la encargada de fabricar las hormonas tiroideas, necesarias para funciones corporales como la utilización de la energía, la fertilidad, el desarrollo de los órganos, la producción de calor, la regulación de la temperatura corporal y de todo el metabolismo. Y a pesar de ello, existe un gran desconocimiento sobre su trascendencia para nuestra salud y la importancia de su vigilancia y control. Pero, ¿Cómo hacerlo?
No siempre es fácil distinguir los síntomas de una alteración tiroidea, enmascarables en otros tipos de patologías físicas y psiquiátricas .…
Por todo ello, y por la importancia de conocer y distinguir sus síntomas y tipos, a lo largo de este mes de mayo os queremos acercar a los aspectos más importantes de una patología que viene afectando al 20% de la población, más frecuentemente a mujeres de mediana edad y que es considerada como la causa etiológica de gran variedad de alteraciones somáticas y neuropsiquiatricas.
Cómo se diagnostica una alteración tiroidea
La clave para el diagnóstico de las alteraciones funcionales tiroideas, tanto el hipertiroidismo como el hipotiroidismo, es el nivel de TSH en sangre, que es la hormona estimulante del tiroides, la tirotropina.
Pero no basta sólo con la valoración de la TSH, es necesario conocer cómo están las hormonas tiroideas y los Anticuerpos Anti tiroideos.
Para ello, basta simplemente con una analítica “de perfil tiroideo”, que incluye un análisis de las hormonas T4, T3, T4-Libre y T3-Libre o de algunas de ellas. La T4 y la T3 es la cantidad total de esas hormonas que hay en sangre y la T4-Libre y la T3-Libre la que circula en forma activa.
En ocasiones, pero no siempre, puede ser necesario también el análisis de los anticuerpos Anti tiroideos: la antitiroglobulina y los anticuerpos Antimicrosomales o TPO.
Pues bien, la clasificación de las alteraciones funcionales del tiroides se hace en función de los resultados de estos análisis, existiendo varias combinaciones como son el hipotiroidismo e hipertiroidismo clínico y situaciones intermedias como son el hipertiroidismo Subclínico y el Hipotiroidismo Subclínico.
Hormonas Tiroideas |
TSH |
Alteración o Trastorno |
Tratamiento (1ero. La causa si se conoce) |
Bajas |
Elevada |
Hipotiroidismo Clínico |
Causa y/o T4 |
Elevadas |
Baja |
Hipertiroidismo clínico |
La causa y/o antitirioideos |
Normales |
Baja |
Hipertiroidismo Subclínico |
T4 y/o causa o nada |
Límites normales de las hormonas tiroideas
No hay ningún problema, ni hay ninguna discusión sobre lo que se consideran límites normales para la T4, T3, T4-Libre y T3-Libre. Los límites de normalidad establecidos están universalmente aceptados.
No ha ocurrido sin embargo lo mismo, con los límites para la TSH.
Desde que se dispone para la valoración de la TSH de técnicas de tercera generación, se venía aceptando para la TSH que su límite inferior estaba en 0.3 y por debajo de 0.1, de forma que con niveles de <0.1 había que pensar en un Hipertiroidismo.
Para el límite superior había muy poca variación, unas técnicas establecían como normal hasta 4.5 y otras hasta 5.0. Sin embargo, este límite no estaba consensuado.
En 1995 se publicó lo que se ha llamado el “Estudio Whickham” o “Informe Ámsterdam”, elaborado por un grupo de investigadores que valoraron a un grupo de unas 20.000 personas a lo largo de 20 años. Siguiendo la evolución de este grupo, encontraron que las personas con una TSH > 2.0 tenían una mayor probabilidad de desarrollar un hipotiroidismo que las personas con una TSH por debajo de esa cifra. Esa probabilidad era más alta en los que tenían los Anticuerpos Anti tiroideos positivos, pero también era alta en los tenían negativos, es decir, según este estudio, las personas con TSH > 2.0 eran “hipotiroideos en potencia” , por lo que resultaba evidente la necesidad de revisar lo que se consideraba como “límites normales de la TSH”.
Actualmente, se considera como rango normal para la TSH los límites de entre 0.3 y 2.5.
Síntomas de las alteraciones tiroideas
Es importante conocer cuándo podemos sospechar la disfunción tiroidea y para ello vigilar la aparición de algunos de sus síntomas puede ayudarnos a la hora de decidir acudir a nuestro médico. Nos referiremos aquí exclusivamente a síntomas físicos, dejando para nuestro próximo artículo, las alteraciones psicológicas derivadas de la disfunción tiroidea.
- El hipertiroidismo es una condición en la cual la glándula tiroides produce demasiada cantidad de la hormona tiroxina. El hipertiroidismo puede acelerar significativamente el metabolismo de nuestro cuerpo, causando la pérdida de peso repentina, un latido del corazón rápido o irregular, sudoración y nerviosismo o irritabilidad, temblor (por lo general un ligero temblor en sus manos y dedos), transpiración, cambios en los patrones menstruales, aumento de la sensibilidad al calor, agrandamiento de la tiroides (bocio), que puede aparecer como una hinchazón en la base de su cuello, fatiga, debilidad muscular y dificultad para dormir.
- El hipotiroidismo es un síndrome caracterizado por el estado metabólico que resulta de la producción deficiente de hormonas tiroideas. Los síntomas del hipotiroidismo son muy variados: cansancio, debilidad, sensación de frío, párpados edematosos, piel seca, áspera, pálida y fría, caída de cabello, uñas quebradizas y de lento crecimiento, disminución de la frecuencia cardiaca, aumento de peso con disminución del apetito, relentización de todas las funciones intelectuales, falta de memoria, somnolencia, rigidez y dolores musculares que empeoran con el frío o la disminución de la fertilidad y abortos a repetición.
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